Por fin se dio un día con condiciones meteorológicas buenas, en las que no hiciera ni viento ni frío, para que mi hija pudiese venir a conocer lo que es una jornada de pesca. La tarde era muy apacible y junto con otros compañeros decidimos ir a Burela, al puerto, a echar unos lances y que aprendiese a pescar, o al menos a intentarlo.
Ella no sabía si le iba a gustar, o si le iba a parecer superaburrido eso de la pesca, pero pronto se dio cuenta de que no es tan aburrido como puede parecer. Al menos tenía interés en ir algún día a probar y yo también tenías ganas de que viniese conmigo a ver cómo se lo pasaba.
Entrenando
Como nunca había manejado una caña de pescar, lo primero que hicimos en casa de la abuela fue irnos a un prado con espacio suficiente para no matar a nadie y no liarla parda. Con un plomo pequeñito amarrado al extremo del sedal le expliqué todos los pasos que tiene que seguir antes de lanzar. La verdad es que lo pilló todo a la primera y después de 10 o 12 intentos ya sabía lanzar lo suficientemente bien como para no clavarle el anzuelo en la oreja a alguien.
Alguna vez tuve que ir al prado de al lado a buscar el plomo que se quedaba enganchazo en las hierbas porque el lanzamiento salía algo desviado o más fuerte de la cuenta, pero bueno, son pequeños detalles sin importancia. La caña que le di para probar era demasiado grande para ella, así que era normal. El próximo día le daré una caña más pequeña y manejable. Seguro que le resulta más fácil.
El bautizo
Como no podía ser de otro modo, si quieres pertenecer a Los Calaboca, necesitamos un apodo y en su caso fue muy sencillo buscarle uno. Por un lado, es una aprendiz, así que no podemos convertirla en capitana desde el principio, sino que la dejaremos en nivel «grumete» de momento.
Por otro lado, su característica principal es la de preguntarlo ¡todo! No son siempre preguntas del tipo «por qué» y «por qué» y «por qué», no, nada de eso. Simplemente, pregunta todas las cosas, de hecho muchas veces pregunta cosas que somos incapaces de responder porque simplemente no sabemos la respuesta. ¿Para qué ha comprado esa señora tal cosa de ese color? ¡Pues no lo sé! La señora lo sabrá…
Así que por todo esto, finalmente le vamos a asignar el apodo de «Grumete Machacona«, porque te machaca continuamente a preguntas por todos lados. Y cuando crees que ha terminado, te hace un nuevo interrogatorio de otra cosa. No sé si en el futuro será periodista, pero si la tienes cerca prepárate para recibir un aluvión de cuestiones. Aquí la tenemos recuperando fuerzas después de tanto preguntar, comiéndose un bocadillo de salchichón con queso:
¡Que comience la pesca!
Llegamos a Burela y en el espigón donde solemos ponernos había muchísima gente. Se notaba que era domingo y que llegamos en plena pleamar. Estaba demasiado atascado como para que nuestra novatilla pudiera practicar. Así que nos fuimos al espigón de enfrente que estaba más tranquilo y teníamos toda la punta libre para nosotros. Cogimos sitio y empezamos a montar cañas.
Lo primero de todo fue montar la caña de los niños. También venía un compañero del cole de la Grumete Machacona. En cuanto montamos las cañas, le puse el cebo y nuestra protagonista empezó a practicar sus lanzamientos. No lo hacía nada mal. Alguna vez se olvidaba de abrir el carrete antes del lance, pero son cosas que les pasa hasta a los veteranos.
Tiene que ir mejorando la parte de echar la caña hacia atrás antes de lanzar, porque cada vez que iba a tirar la caña, todos temíamos por nuestra integridad física por si nos enganchaba con el anzuelo. La próxima vez usará una caña más pequeña y manejable y seguro que le será más sencillo.
Estrenándose
Las paredes del puerto estaban llenos de morralla, muchos pececitos pequeños, pero aun así podíamos ver pasar las caballas que se paraban delante del cebo, lo olisqueaban, pero luego se marchaban. Debían estar muy llenas ya… Así que caballas al menos había, ahora solo faltaba que picasen.
Tenía ganas de que al ser el primer día, pudiese coger algo, y a poder ser alguna caballa para que viese como tiran y que se pelease con alguna. ¡Y hubo suerte! Al rato de estar pescando, una boga se le enganchó prácticamente sola al anzuelo y después de recoger la caña, pudo levantarla del agua y sacarla. ¡Su primer pescado! ¡Nuestra nueva grumete estaba supercontenta!
Al contrario de lo que hubiera pensado, quería agarrar la boga y cogerla con las manos. Después de la foto con su primer pescado, soltamos la boga y de nuevo se puso a pescar. Al cabo de unos minutos, estuvo recibiendo varias picadas y cogió una caballa con la que tuvo que batallar hasta poder subirla. Aún tiene mucho que aprender a la hora de clavar un pescado, recoger el carrete y demás, pero para ser el primer día lo hizo genial.
¡Y fotito con su primera caballa! No sé quién estaba más contento si ella o yo. El caso es que después de pescar la caballa me dijo: Papá, ¡pues sí que me gusta esto de la pesca! Ya le dije, que ojalá que tenga siempre la misma suerte, pero que la pesca a veces no es tan sencilla como parecía. Los días que nos vamos de vacío, también hay que disfrutarlos aunque no pillemos nada. A ver qué le parece la pesca en esos días, que lamentablemente llegarán. Siempre hay alguno.
Promoción y «merchandaisin»
Todos aquellos que pertenezcan a Los Calaboca, recibirán su camiseta oficial con nuestro logotipo y con su apodo a la espalda. Una camiseta hecha por y para la pesca. Hay estudios de la universidad de «Jiuston» que indican que ponerse esta camiseta aumenta en un 25% las probabilidades de pescar más. Además, te da la posibilidad de callar a los pescadores de alrededor que fardan de sus capturas, sobre todo los que usan básculas trucadas que incrementan el peso de los peces más de la cuenta.
Durante la tarde la Grumete Machacona (luciendo camiseta oficial), pilló un par de bogas más, una de ellas de un buen porte, pero que servía para lo mismo que las otras, para mandarla al agua y que se la comiese alguna gaviota. Y también enganchó otro par de caballas que se escaparon. Esas dos se escaparon por la falta de experiencia. Tiene que aprender a dar un buen tirón para clavar bien el anzuelo antes de empezar a recoger carrete. En cuanto aprenda, seguro que pescará más y mejor.
Mientras tanto…
Mientras la Grumete Machacona trabajaba con su boya, yo lancé mis dos cañas a fondo, a ver si algún sargo quería dar la cara. Así tenía más tiempo para ayudarle y para irle poniendo cebos mientras pescaba. Era su estreno y quería que se lo pasase bien.
Estuvieron llamando a la puerta (como dice un compañero) y dando toquecitos toda la tarde y casi toda la noche, pero no hubo mucha suerte. Solo una de las veces enganché un zapatero pequeñito y algún minicongrio de esos que no sirven para nada, pero el resto del tiempo solo estuve alimentando a los peces, porque el anzuelo venía limpio. Lo único que me dejaban era el hilito de licra colgado en el anzuelo, como si fuera el lacito de un regalo. Debía ser porque ese día era mi cumpleaños, ¡que aún no lo había dicho! Sí, estuve de pesca el día de mi cumpleaños, fue un bonito regalo.
Tuve otro par de percances con las cañas de fondo y es que los barcos y las lanchitas que pasan entre los dos espigones hacia el puerto, pasan tan cerca del espigón que en un par de ocasiones me engancharon el sedal y menos mal que estábamos pendientes porque si no, la caña me sale volando. Una de las veces me partió el sedal y la otra conseguí que se soltase sin romper nada.
Y apareció el Capitán Agulla
El Capitán Agulla no había podido venir este día con el resto de los compañeros y en principio se perdía esta salida de pesca. La semana anterior se había comprado un equipo de pesca nuevo para probar otro tipo de pesca desde la orilla. De hecho me mandó una foto que le había enviado la CapitAna mientras estaba en el trabajo, donde se veía un paquete que le había llegado a casa y ya estaba nervioso por salir de trabajar. Desde que vio la foto, ya tenía los glúteos en tensión.
El caso es que al cabo de un rato de llegar a Burela, recibí un WhatsApp con una foto donde me decía que iba a meterle sedal a la caña nueva y que se preparaba para venir a eso de las 21h de la noche o así.
Y así fue, después de dos o tres horas allí, apareció el Capitán Agulla, con su caña nueva. Después de los saludos, montó su caña ¡y a estrenarla! Su cara de felicidad lo dice todo:
Tuvo un buen picotazo nada más empezar a probarla, pero el que pegó el picotazo se quedó con su señuelo bajo las fresquitas aguas de Burela. Así que tardó menos de 5 minutos en perder el primer señuelo. El resto de la tarde estuvo probando, pero sin suerte. Incluso mandó una caña a fondo y le pasaba lo mismo que a mí, que picoteaban, pero ningún pescado tragaba el anzuelo, así que esa noche se fue de vacío. Pero no pasa nada, hay que tener fe y esa caña acabará pescando algún pez con la nueva modalidad.
¿Hay futuro?
Este fue un resumen del día donde la Grumete Machacona, se entrenó como pescadora y además lo hizo a lo grande porque consiguió pescar 4 piezas. Estaba entusiasmada con todo lo que vio y lo que aprendió. Le hizo ilusión coger sus peces con la mano (otros dirían ¡qué asco!) Así que parece que le va a gustar esto de la pesca y que podemos afirmar que se convertirá definitivamente en una nueva integrante de Los Calaboca.
Esperemos que entre su «padriño» (el Capitán Agulla) y yo, podamos darle buenos días de pesca y que se aficione con nosotros para venir de vez en cuando a pasar el rato con una buena caña en la mano.










